Más viejo que el hilo negro. Que andar para adelante. O más antiguo que el sol. A estas frases que nos suenan mucho de oírlas cuando nos referimos a algo que nos queda ya pasado podemos incluirle perfectamente “más viejo que freír”. Porque la fritura, aunque nos parezca una práctica culinaria de nuestros días, que también lo es, lleva miles de años en el recetario humano.
Tres civilizaciones del pasado dieron buena cuenta de esa mágica textura crujiente por fuera y jugosa y blanda por dentro.
Empecemos por los más cercanos a nuestros días. Eso a lo que ahora el menú del chino de tu barrio refiere como familia feliz es, además de una propuesta al cliente perfecta para que el restaurante se deshaga del pescado sobrante de manera muy rentable, un plato con unos cuantos años de historia en la gastronomía oriental. Existen dos versiones sobre la aparición de la fritura de pescado en Japón. La primera sostiene que en el siglo XVI las misiones jesuitas enviadas a la región introdujeron la costumbre de comer pescado durante la Cuaresma. Sin embargo, otra corriente atribuye dicha aparición a la llegada del viajero Marco Polo a China y la popularización del aceite comestible llevada por el famoso mercader veneciano.
Nos vamos un poco más lejos en esto de la fritura. En la Antigua Grecia, en el siglo V a.C., se empezó a hacer uso del aceite de oliva para freír. Una práctica que llegó a ser muy extendida y apreciada por aquella sociedad y que llega hasta nuestros días como puede comprobarse en cualquier establecimiento basado en la gastronomía griega. De hecho, hoy el pescado frito es tan característico de su costumbre culinaria como puede serlo de la nuestra.
Pero el gran salto en el tiempo lo damos con la que se considera la primera civilización de la historia en freír pescado. Los antiguos egipcios. En el quinto milenio antes de Cristo., ya ha llovido y se han enterrado y desenterrado pirámides, se empezaron a preparar frituras utilizando determinadas grasas.
Sea como sea el origen del pescado frito en cada cultura de cada época, en lo que parece haber cierta unanimidad es en el motivo principal por el que se fríe el pescado: poder utilizar el producto que ya no es fresco. Así ocurrió hasta para nosotros, cuando más o menos al mismo tiempo que los griegos comenzamos a freír el pescado que tardaba un par de días en llegar desde el puerto a ciudades tierra adentro para poder consumirlo.
La verdad, nunca un remedio había dado tan buen resultado.